La victoria de Lula da Silva en las elecciones brasileñas del domingo trae, sin duda, un respiro de alivio para los que temían por el destino de la democracia en ese país y en toda América Latina. Tienen razón quienes plantearon la contienda no como un enfrentamiento entre izquierda y derecha, sino entre fuerzas partidarias de la democracia y aquellas que buscaban perpetuar en el poder un autoritarismo misógino,