Los últimos reportes de popularidad o aprobación de López Obrador han generado muchos comentarios, como es lógico a un año de las elecciones presidenciales. Algunos insisten en algo extraño: casi parece que los buenos números del presidente son culpa de la oposición, que no entiende por qué la gente lo aplaude a pesar de tan malos resultados de gobierno. Por mi parte, me resisto a repartir responsabilidades por igual, y mientras no sepa yo qué proponer en contra de la perpetuación transexenal, prefiero suavizar mis críticas a la oposición. Es lo que hay.