De la ponzoña de una araña, qué decir de una víbora, los efectos son inmediatos. Pero cuando las sociedades se envenenan o se les envenena, los efectos perversos no se anuncian así, tardan en aparecer. El reflexivo –se envenenan- viene al caso porque los prejuicios centenarios, o la captura mental de una fe, o la simple ignorancia, pueden causar en los seres humanos efectos devastadores. En su más reciente libro -El arte de ser humanos- Rob Riemen relata las huellas del veneno fascista circulando en la Holanda de la postguerra. Ese fascismo -el nazismo al centro aunque no el único- como la humedad, penetró vertical y horizontalmente a muchas sociedades. Hoy resurge.

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