“Elementos esenciales del estado”,
retumbaba en el salón de la Facultad de Derecho: 1.- pueblo o nación 2.-
territorio 3.- gobierno o poder político organizado y por ende 4.- un legítimo
estado de derecho basado en la división de poderes. Pero la historia, esa gran
chapucera, nos ha mostrado la fragilidad de esos “elementos esenciales”. Los
gobiernos caen o son derrocados, de Hitler a la estirpe Al Assad. En América
Latina en los sesenta y setenta, esa era una historia muy frecuente.