Es buena noticia que el gobierno mexicano quiera que seamos “top 10” –así en inglés lo dijeron– entre las economías del mundo. Es revelador que sea esta ambición lo más valorado por los analistas del Plan México.
Desgraciadamente, para crecer no basta con desearlo. Sería tan fácil. Detrás de nuestro crecimiento microscópico hay muchos ganadores. Se requiere romper el equilibrio político que frena al país y sustituirlo por uno que propicie un mayor crecimiento económico.