Mani o Manes en persa es el nombre del profeta, (216-277 d. C.). Con influencias del cristianismo, budismo e incluso zoroastrismo -ecléctico dirían- en su postulado central no hay confusión alguna: el bien y el mal siempre confrontados, sin matices. Su propuesta se extendió por el mundo, oriente medio sobre todo. Tesis:
el que matiza, concede; las concesiones terminan en el autoengaño. La reacción pendular no se hizo esperar: el maniqueísmo es burdo. La inteligencia encontrará el justo medio de Aristóteles. Maniqueísmo devino en
descalificación. La propia RAE lo advierte: “Tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo”.

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