En el séptimo año van saliendo los trapos sucios de la administración anterior. Algunas herencias estallan en la cara, como la crisis cambiaria del 20 de diciembre de 1994. Otras emergen con menos virulencia.
Lo fácil es culpar de los problemas al antecesor. Eso hizo Zedillo con Salinas. Sheinbaum tiene que aguantarse, poner buena cara y culpar a Calderón, modificar silenciosamente lo que pueda de las políticas del pasado, como lo está haciendo en materia de seguridad, y barrer la mugre debajo del tapete.