La degradación de México es visible en muchas áreas: la violencia sin control, el desprecio por la vida y la salud, el adoctrinamiento como pedagogía pública, el dogma como meta de la ciencia, y muchos otros. Pero hay un ámbito más abstracto, en ocasiones etéreo, igual de importante que el discurso público. Llevamos cuatro años de inyecciones de veneno. Hay consecuencias.