Los números están allí todos los días. En toda la República, casi sin excepción. La tranquilidad, como algo inherente a la vida, está en extinción. Muertos, desaparecidos, tumbas clandestinas, partes de cuerpos regadas en bosques y páramos aislados o no, familias masacradas. La lista no tiene fin. 200 muertos el pasado fin de semana. Alrededor de 80 muertos al día. Parece que las cifras empiezan a cambiar. Ojalá. Pero gobernar sin apego a la verdad, pasa una factura: el escepticismo la principal. Un ejemplo de risa:  ahora resulta que cupieron 350 mil personas en el Zócalo. La coherencia es central.

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