Desde el triunfo de Sheinbaum, en América Latina los electores han votado por gobiernos de derecha, salvo en el caso de Uruguay, donde gobernaba la derecha y ganó la izquierda. El ciudadano se cansó de quienes estaban en el poder y no cumplieron lo prometido. Así es el ciclo de las democracias cuando funcionan.

Hay una excepción: Venezuela. El país está destruido, pero Maduro se quedó en el poder tras un fraude electoral descarado: las actas de las casillas de votación muestran que la oposición ganó por mucho. No hay alternancia porque el voto ya no importa. 

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