El enorme éxito político, electoral y retórico de AMLO ha llevado a un espejismo que difumina sus muchos fracasos. Tuvo mucho poder para ejecutar; muy poca capacidad para hacerlo bien y sobre todo para hacer lo que el país más necesitaba. La falta de planeación y evaluación de los proyectos emprendidos por su gobierno combinado con su deseo de tener un Estado más interventor ha sido muy costoso.