Carlos Manzo, un alcalde ciudadano tan popular, era un fuerte aspirante a la gubernatura de Michoacán. Lo ejecutaron por órdenes de algún criminal y eso desencadenó una ola de indignación tan gigantesca que desconcertó y sacó de sus casillas a la presidenta Claudia Sheinbaum.
Se vio mal, muy mal, con sus absurdas condenas selectivas.