“La compraventa de hoja de maíz, en torno a la cual gira la economía de […] municipios indígenas […] ubicados en la sierra del Totonacapan, en el norte de Veracruz, se ha convertido en los dos años recientes en una fuente de ingresos para la delincuencia organizada. […] A cada comercializador del producto le exigen una cuota de 70 mil pesos por cosecha y un impuesto adicional de mil 500 pesos por cada tonelada que vendan a
la semana.” Es un fragmento del artículo “La mano del crimen organizado, hasta en los tamales” de La Jornada el lunes pasado.