“Quizá esta paradójica actitud de otorgar democráticamente el perdón a quienes pisotearon la democracia pueda leerse como una proyección nacional de las convicciones personales de Mujica: la intuición de que para construir una sociedad se necesita a todos sus integrantes, incluso a quienes han sido enemigos y verdugos. Esta actitud, impresionante en una víctima directa de la dictadura, podría ser uno de los legados más importantes de Pepe: una tolerancia inexpugnable, una renuncia al odio y al sectarismo como modalidades políticas.” Se trata del editorial de La Jornada del miércoles, que hace una glosa de Mujica, un político de genuina izquierda humanista.