La tragedia venezolana ha resistido innumerables intentos de encontrar un desenlace feliz. Lo han procurado unos, al buscar la derrota electoral o el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro; otros, a través de sanciones y aislamiento internacional. Maduro, por su parte, a lo largo ya de diez años en el poder, ha sobrevivido, recurriendo a todos los instrumentos habidos y por haber: la represión violenta, la dolarización informal, las alianzas con potencias lejanas y el acercamiento con vecinos afines.