¿Distracción? Hay mucho de ello, no me refiero a la necesaria, que nos permite por un momento viajar fuera de este mundo: la música, el deporte, una buena exposición, la conversación misma. Por eso, desde la Antigüedad se le cultiva: teatro, declamación, los “cuenteros” de Islandia. Necesaria y optativa. La voluntad se impone. Pero en nuestros tiempos el asunto se invierte: la distracción se impone y nos convierte en sus esclavos. Basta con observar las “comidas gallinero” en las cuales todo mundo interrumpe a todo mundo e incluso -maravilla de la modernidad- abundan los que se ¡interrumpen a sí mismos! El polémico Daniel Kahneman explotó un petardo con Pensar rápido, pensar despacio.

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