No conocí abuelos, es una ausencia en mi vida. Pero la misma vida me ha dado el privilegio de ser abuelo. Todas las expresiones que escuché sobre lo especial de esa relación -y que siempre consideré exageradas- son meros apuntes. El gozo de la piel nueva, de las sonrisas, de los primeros pasos y palabras, del cariño fresco, los olores, todo remueve la entraña. También está el otro lado, cuando la enfermedad ataca, el sufrimiento no tiene límite. En ciertos países, Guatemala por ejemplo, se habla de “abuelitud”, la RAE no lo reconoce. Víctor Hugo, ese gigante del pensamiento, dedicó muchos poemas precisamente a ello -El arte de ser abuelo-“… viéndolos uno cree sentirse renacer, pues ser abuelo es como regresar a la aurora.”

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