Después de la “caída” del sistema electoral en 1988, el PRI necesitaba una autoridad electoral creíble para legitimar sus triunfos en futuras contiendas. Para serlo, esa autoridad debía tener un cierto grado de autonomía frente al poder político. El riesgo de ello era obvio: de perder, el resultado no se podría revertir.

Para leer toda la información, adquiera su membresía.
Cookies 🍪
Unspoken Room ocupa "Cookies" para brindar una mejor experiencia de uso. Puedes revisar como aseguramos tu información en el siguiente enlace.