Después del reciente intercambio entre Sheinbaum y Zedillo, lo fácil es pensar que se trató de una distracción mediática por parte de la Presidenta. Razones tiene para buscar hacerlo.

Sin embargo, no fue eso. Es la defensa de la visión de los vencedores: el Fobaproa no sólo fue un inmoral rescate de los ricos, sino la consecuencia de una crisis económica evitable si la izquierda hubiera gobernado desde 1988, como creen que debió haber sido si les hubieran permitido llegar al poder.  La lógica subyacente es clara: ellos no habrían vendido los bancos y por tanto no habría sido necesario rescatarlos. Lo de menos es que los bancos nacionalizados hubieran estado cada vez peor administrados, con lo cual seguramente habrían acabado en alguna crisis bancaria, ni tampoco hubieran negociado el TLCAN. Lo importante en su narrativa es la secuencia de hechos.


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