México debe maximizar en favor del pueblo el valor de sus recursos naturales, como son los hidrocarburos. Ese debería ser el objetivo de todo gobierno.
Transformar los hidrocarburos en combustibles es una manufactura más, como convertir el hierro en acero, o la adera en papel, o el algodón en telas. Si se hace bien se gana dinero; si se hace mal, se pierde. La manufactura es
complicada porque se compite contra los mejores del mundo y los privados lo suelen hacer mejor que el gobierno. La mayor ventaja de dejar a los privados esos procesos es que si lo hacen mal, quiebran; si el gobierno lo hace mal, le
inyecta más dinero para que siga operando.